



Una caja en la que el fotógrafo Oscar Pintor había guardado negativos, diapositivas y copias color y blanco y negro de imágenes familiares, quedó bajo el agua en una inundación que afectó su casa en 1997. Unos años después, antes de desecharla, sintió curiosidad por esa masa informe y pegoteada. Comenzó a mirarla detenidamente y quedó fascinado por lo que veía: las fotos del álbum de familia aparecían afectadas por rasgaduras, cambios de color y alteraciones de todo tipo. Empezó así un trabajo de recuperación y registro de lo que veía. Pero luego, en la modificación más importante a lo que han sido sus propuestas anteriores, comenzó a alterar ese registro de lo encontrado utilizando las tecnologías digitales. Estas intervenciones se sumaron al paso del tiempo y a los daños producidos por la inundación, y se mezclaron con las huellas de aquellas imágenes que testimoniaban la historia familiar, creando un mundo onírico y misterioso.