Márquez Romay, Luis

Luis Márquez Romay nació en la ciudad de México el 25 de septiembre de 1899. Su formación como fotógrafo la inició en La Habana en el Estudio Feliú, de fuerte tradición romántica Ahí aprendió el oficio, a la par que desarrolló sus inquietudes como actor y técnico cinematográfico. Márquez regresó a la ciudad de México en 1921, donde ingresó como fotógrafo en el Taller de Fotografía y Cinematografía de la Secretaría de Educación Pública Viajó a Janitzio, Michoacán, para la celebración de la noche de muertos. Esta última experiencia lo marcó profundamente: la danza, la música, las artesanías, los paisajes y sobre todo los trajes típicos lo deslumbraron a tal grado que decidió, desde entonces, captar con su cámara todo ese esplendor. Es durante las décadas de los años veinte y treinta que Márquez define y consolida un estilo, siendo su período más productivo y creativo. Este momento de búsqueda y consolidación técnica y estética en la obra de Márquez coincide con la presencia de fotógrafos extranjeros de la vanguardia del momento: Edward Weston, Tina Modotti, Henri Cartier-Bresson, Grigori Alexandrov y Eduard Tissé (del equipo de Sergei Eisentein), Paul Strand, Josef Albers y Anton Bruehl, por mencionar a los más conocidos entre aquellos que trabajaron en México y desarrollaron una intensa actividad artística, que en la mayoría de los casos, fructificó en exposiciones y publicaciones tanto en México como en sus países de origen. La presencia de estos fotógrafos tan prolíficos tuvo una gran influencia en el surgimiento de lo que se ha llamado fotografía moderna mexicana, cuyos representantes más sobresalientes son, entre otros, Manuel Álvarez Bravo, Agustín Jiménez, Emilio Amero, Lola Álvarez Bravo, Aurora Eugenia Latapí y el propio Luis Márquez Romay. Estos fotógrafos mexicanos se interesaron por nuevos temas, afines a los que por entonces caracterizaron a la fotografía moderna internacional: vida urbana (postes y cables de luz, anuncios publicitarios, etc.), arquitectura industrial, maquinismo, encuadres escorzados o fragmentados de la figura humana y composiciones con objetos comunes, cercanas a la abstracción o al surrealismo, en franco rechazo del pictorialismo. Durante las décadas de los años veinte a los sesentas, Luis Márquez trabajó intensamente por casi todo el país, inauguró sus primeras exposiciones individuales y varias de sus imágenes recibieron importantes reconocimientos, como el Gran Premio de Fotografía de la Exposición Iberoamericana celebrada en Sevilla (1930) o el “First Prize” en el International Photograph Exhibition de la feria The New York World Fair, 1939-40. También colaboró activamente en los principales diarios y revistas de la capital mexicana ilustrando la sección “artística” o documentando gráficamente entrevistas especiales sobre su trabajo. En particular cabe señalar su colaboración en varias de las publicaciones del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, como por ejemplo en los libros de sus fundadores, Justino Fernández, Manuel Toussaint y Salvador Toscano. De este modo se fue ganando un prestigio a nivel nacional e internacional. Después de la década de los años cuarenta, cuando ya había descubierto el hiperesteticismo que convirtió en formula de trabajo, continuó activamente con su producción fotográfica, obteniendo logros importantes, sin embargo, poco a poco la va subordinando a una nueva pasión: su colección y exhibición de indumentaria étnica mexicana. Como muchos de los fotógrafos de su generación se dedicó a ilustrar libros, revistas, suplementos de periódicos y, notablemente, a la producción de tarjetas postales, láminas coleccionables y calendarios. En 1950 se publicó su libro de fotografía más importante, Mexican Folklore, que reúne una selección de lo mejor de su trabajo. Márquez falleció en la ciudad de México el 11 de diciembre de 1978.